SINOPSIS
La última aventura de Indiana Jones empieza en el desierto del suroeste de Estados Unidos en 1957, en plena Guerra Fría. Indy y su amigo Mac acaban de escapar por los pelos de las garras de unos infames agentes soviéticos en un remoto aeropuerto. El profesor Jones regresa a casa y se entera de que las cosas van de mal en peor. Su mejor amigo, el decano de la Universidad, le dice que muchos sospechan de las últimas actuaciones de Indy y que el gobierno presiona a la Universidad para que le despidan. Indiana, a punto de irse, conoce a un joven rebelde llamado Mutt, que le propone un trato. Si el arqueólogo le ayuda a resolver un problema personal, podría hacer uno de los descubrimientos más espectaculares de la historia; se trata de la Calavera de Cristal de Akator, un objeto legendario que despierta la fascinación, la superstición y el miedo. Indy y Mutt viajan al rincón más perdido de Perú, tierra de antiguas tumbas, exploradores olvidados y rumores de una ciudad de oro. Pero no tardan en descubrir que no están solos; los agentes soviéticos también quieren apoderarse de la Calavera de Cristal.
REFERENCIA

Cazadores del arca perdida (Raiders of the Lost Arc, 1981) fue el triunfo previo de Steven Spielberg antes de la que sería, hasta 1997 (*), la película más taquillera de la historia del cine, E.T. El extraterrestre (E.T. The Extraterrestrial, 1982). El director venía de uno de sus pocos fracasos, el de 1941 (1979), donde se arriesgaba en un género casi desconocido para él, el de la comedia disparatada.

Por el contrario, con la seguridad de un conocedor del género del cine de aventuras, Spielberg insuflaba de originalidad, entusiasmo y humor a las dificultades por las que atravesaba un arqueólogo, interpretado por Harrison Ford, que se enfrentaba a los nazis para recuperar la mítica Arca de la Alianza, una de las más emblemáticas reliquias bíblicas.

Ante tamaño éxito, pues al realizador no le quedó más remedio que llevar a cabo una segunda entrega, Indiana Jones y el templo de la perdición (Indiana Jones and the Temple of Doom, 1984), donde el héroe se trasladaba a la India para enfrentarse, esta vez, a unos terribles seguidores de Kahli, diosa de la muerte. El film fue vapuleado por la crítica sobre todo por su extrema violencia. Tanto fue el efecto de estos señalamientos que Spielberg regresó en su tercera entrega, Indiana Jones y la última cruzada (Indiana Jones and the Last Crusade, 1989), a un tono más jovial, con una trama movida por un lado, a la localización de otra de las reliquias bíblicas esenciales: el Santo Grial, el cáliz utilizado por Jesús durante la última cena; y ,por el otro, a ofrecer al espectador algunas luces acerca del pasado del héroe, presentando el origen del sombrero y el látigo de Indiana Jones, y la presencia del padre de Indy interpretado por Sean Connery.

Ahora, 19 años después, con un Harrison Ford de 65 años, la historia versa sobre los obstáculos que el famoso arqueólogo tendrá que sortear cuando tenga que luchar por un mítico objeto denominado, la Calavera de Cristal.

Entre el mito y la realidad
En principio, la Calavera de Cristal fue un objeto encontrado por la hija adoptiva del aventurero británico Frederick Albert Mitchell-Hedges, en Lubaantun, antigua ciudad maya del sur de Belice, en los años 20. Según Anna y algunos expertos este objeto databa entre 700 y 900 D.C., utilizada por los mayas en sus ritos de sacrificios.

Pero esta Calavera del Destino, como también se le conoce, no es la única. Hasta mediados de los años 90 el Museo Británico de Londres albergaba una similar, catalogada como «probablemente azteca, de entre 1300 y 1500». La institución la adquirió en 1898 en Tiffany's, Nueva York, por 120 libras. Su propietario hasta entonces había sido el comerciante de antigüedades francés Eugène Boban.

Posteriores análisis no sólo del Museo Británico sino también del Smithsonian Institut de Washington, concluyeron que las calaveras estaban talladas en cuarzo brasileño, nunca usado en Mesoamérica, pero sí en Alemania en el siglo XIX. Por lo que el descubrimiento de la hija de Mitchell-Hedges como también la Calavera que se encuentra en el Museo del Hombre de París, lo más probable es que sean falsificaciones producto de la inventiva imaginación de los propietarios originales de esos objetos y no piezas autóctonas de las culturas precolombinas americanas, como hasta entonce se creía. Por añadidura, no sólo se les ha atribuido poderes mágicos, sino que la leyenda misma afirma que existen un total de 13 calaveras en todo el mundo.

Esta es la intriga-misterio a la que se enfrenta, pues, nuestro héroe sesentón Indy, en esta cuarta aventura, en donde los malos vienen, ahora, de la desaparecida Unión Soviética. Karen Allen, presente en la primera entrega, reaparece al lado de Ford y Cate Blanchett es la malvada agente soviética, mientras el actor de moda en Hollywood, Shia LaBeouf, interpreta al joven rebelde Mutt.

(*) Desde ese año Titanic, de James Cameron, ocupa ese lugar.