SINOPSIS
A principios del siglo XVII Norteamérica era muy parecida a lo que había sido cinco mil años atrás: una enorme tierra salvaje poblada por una complicada red de culturas tribales. En un día primaveral de abril de 1607, tres pequeños barcos con 103 hombres a bordo entran en este mundo, procedentes de una tierra muy lejana, el reino de Inglaterra. En nombre de su patrocinador, la Virginia Company, buscan introducir su cultura, religión y economía en la costa de lo que consideran el nuevo mundo. En el buque insignia de la pequeña flotilla, el Susan Constant, se encuentra encadenado bajo cubierta un rebelde de veintisiete años llamado John Smith, condenado a la horca por insubordinación. Liberado por el capitán del barco y ante las debilidades de los ingleses en una tierra desconocida, Smith va en busca de ayuda a la tribu local y conoce a una joven, terca e impetuosa, cuya familia le ha puesto el apodo cariñoso de Pocahontas, que significa "juguetona". En poco tiempo surgirá un vínculo tan fuerte entre Smith y Pocahontas que trasciende la amistad.
REFERENCIA

Terrence Malick con tan sólo tres films, se ha convertido en un director de culto para muchos. Y no es para menos. Malas tierras (Badlands, 1973) sigue siendo una película a considerar como uno de los grandes títulos de los años 70, una road-movie protagonizada por una pareja de asesinos –inolvidable dupla Sissy Spacek-Marteen Sheen-, ambientada en los años 50. A esta le siguió, cinco años después, un drama romántico rural interpretado por Richard Gere, Días de gloria (Days of Heaven, 1978), cuya fotografía era del aclamado -y premiado con un Oscar- Néstor Almendros. Películas aparentemente distintas a las que une sin embargo cierto énfasis contemplativo, incluso poético, de su director. Algo de lo que hace gala su tercer film, La delgada línea roja (The Thin Red Line, 1998), filmado 20 años después de Días de gloria, un admirable y contundente alegato antibélico –que obtuvo varias nominaciones al Oscar, incluyendo Mejor Película y Dirección- dirigido con maestría por este huraño y misántropo realizador que se niega a dar entrevistas o a hacer apariciones públicas.

De padre de origen libanés, Terrence Malick (Waco, Texas, 1943) estudió en las universidades de Harvard y Oxford, y fue profesor de Filosofía en el MIT (Massachusetts Institute Technology).

Luego de siete años de la citada La delgada línea roja, emprende una nueva versión del mito de Pocahontas con El nuevo mundo (The New World, 2005), su cuarto film. La llegada de los colonos ingleses a un mundo totalmente distinto al que conocían y la historia de la relación entre John Smith y Pocahontas –la más reciente versión fue realizada por la compañía Disney en 1995, en dibujos animados- atrajo el interés de Malick hace más de dos décadas: “Terry escribió ‘El Nuevo Mundo’ hace unos veinticinco años”, explica la productora Sarah Green. “Tuvo la idea en los años setenta y la conservó en su imaginación. Y como todas sus películas, El nuevo mundo muestra una profunda comprensión del ser humano”.

Continúa la productora Green: “Es la historia de los americanos, con todos nuestros defectos y virtudes y nuestra conciencia del elemento más sencillo de todos, el amor, que es lo que nos hace humanos. Es una historia en la que la gente se traiciona, intenta rectificar y vuelve a traicionarse. Finalmente aprenden que hay muchas verdades y cada uno sólo puede vivir la suya. No hay ni héroes ni villanos”.

Uno de las aspectos más excepcionales de El nuevo mundo es el modo en que Malick combina su visión personal de los acontecimientos de hace 400 años en Jamestown con una investigación detallada de ese periodo: “No sabemos realmente todo lo que ocurrió en 1607. Tenemos las versiones escritas de personas que vivieron en esa época, muchas de las cuales se contradicen, y la principal es la de John Smith. Lo que hemos intentado hacer ha sido coger el mito de John Smith y Pocahontas y utilizarlo para presentar la perspectiva de Terry sobre la conexión entre distintas culturas y las graves consecuencias de los malentendidos”.

“Está claro que nos hemos tomado bastantes libertades creativas”, añade Green. “Como todos los dramas históricos desde el tiempo de los griegos, El nuevo mundo utiliza acontecimientos reales como punto de partida. Por ejemplo, hay una cierta idealización de la cultura nativa en la narración de John Smith que se ha tomado directamente de sus escritos y de los de James Barlowe, Robert Beverly y otros. Pero vemos la realidad cuando la coexistencia apacible se convierte en una guerra declarada. Además, hemos comprimido la secuencia de ciertos acontecimientos y modificado los detalles y destinos de ciertos de personajes reales con el fin de aumentar la fluidez de la historia. Es una interpretación dramática, no un documental”.

Fiel a su sentido perfeccionista El nuevo mundo sufrió retrasos en su estreno debido a la insatisfacción de Malick con respecto al montaje final; una vez realizada la salida del film fue retirado de circulación a fin de hacerle unos cortes adicionales para una nueva y definitiva versión.