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TEXTO ORIGINAL / Solveig Hoogesteijn / Foto del titular: Yuri Liscano / Lunes 21 de Marzo
En el mes de la mujer: Palabras de Solveig Hoogesteijn
En el mes de la mujer: Palabras de Solveig Hoogesteijn

Celebrando el Mes de la Mujer, ofrecemos las reflexiones de Solveig Hoogesteijn, una de las realizadoras más importantes del cine venezolano con títulos como “Manoa”, “Macu, la mujer del policía”, una de las películas más taquilleras del cine nacional, o “Maroa”, y directora por diez años del Centro Trasnocho Cultural.

 

 

Hoy estoy aquí, hablándoles, gracias a una mujer, mi mamá. No porque me dio la vida, sino porque me buscaba a diario a las 10 de la noche en la universidad, para que yo pudiese estudiar una carrera, formarme y ser una profesional, a pesar de, o justamente porque era el deseo de una mujer para otra mujer, su hija.

 

Nuestras abuelas luchaban por el derecho a sentarse en un pupitre de una Universidad, que no las aceptaba, al igual que en muchos países las niñas, aún hoy en día, no tienen derecho ni a la educación primaria más elemental. Por eso, hacia nuestras madres y abuelas siento un enorme agradecimiento. Ellas fueron mujeres que pelearon duro, por los derechos que nosotras disfrutamos como algo normal y cotidiano hoy en día. Nuestra vida nos presenta hoy muchas más oportunidades de crecimiento, que las que tuvieron ellas. Sin embargo, las alarmantes cifras de la violencia de género, los salarios desiguales por un mismo trabajo, la discriminación laboral y muchos otros problemas siguen persistiendo y nos demuestran que aún hay muchos motivos para luchar.

 

En el mundo entero se celebra el DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER el 8 de marzo.  Esta fecha se origina porque un 8 de marzo de 1857, en Nueva York, mujeres trabajadoras de la industria textil organizaron una huelga en reclamo por salarios más justos y mejores condiciones laborales. En una época en la cual estaba permitido el trabajo infantil. Fueron reprimidas y detenidas por la policía. En 1975, las Naciones Unidas celebraron por primera vez el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo y se seguirá celebrando mientras continúen las desigualdades entre los géneros.

 

Según un informe de las Naciones Unidas sigue siendo desigual la participación de las mujeres en el mercado laboral: La relación entre hombres con empleo y población se ubicó en un 72,2%, mientras que esa relación entre empleo y población en las mujeres es del 47,1%. En la mayoría de los países, las mujeres en promedio ganan sólo entre el 60% y el 75% del salario de los hombres. Y hay una cifra muy alarmante: un estimado de 736 millones de mujeres - una de cada tres - ha experimentado alguna vez en su vida violencia física, psicológica o sexual. Aunque el derecho de las mujeres a vivir sin violencia está consagrado en los acuerdos internacionales, la realidad es que las agresiones han aumentado de forma dramática en los últimos años. También gracias a la pandemia. En este sentido, esta es una lucha que aún no cesa.

 

A veces me digo, que cuando celebremos el día del Hombre o de la Humanidad, nuestro deseo de ser tratadas con las mismas condiciones y oportunidades, habrá llegado. Por eso creo que este DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER es necesario para reflexionar sobre la condición de la mujer hoy en día en todo el mundo. Todavía es una noticia cuando una científica hace un descubrimiento importante, más por ser mujer, que por el hallazgo de sus investigaciones. Aún es noticia cuando una mujer logra un alto cargo ejecutivo. Eso debe cambiar por el bien de todos.

 

¿Estamos predestinadas a tener desventaja sobre los hombres, porque biológicamente somos madres, porque necesitamos de un tiempo para dar vida, amamantar a un bebé, dedicar el tiempo necesario a su cuido y su educación y eso nos limita en nuestro desempeño laboral? ¿Estamos biológicamente predestinadas?

 

Está comprobado que en los países donde las mujeres tienen acceso a la educación e igualdad de oportunidades laborales hay mejor calidad de vida para todos, hombres y mujeres. Las sociedades más avanzadas han creado reglas e instituciones que permiten a la mujer tener una plena actividad profesional a la par de una vida familiar intensa y activa. Eso presupone un cambio de roles, no sólo de parte de los hombres, también amerita un cambio de roles en nosotras las mujeres. 

 

Si en Venezuela más de la mitad de los hogares están conformados por mujeres solas con hijos, es decir si vivimos en un matriarcado, ¿porqué la conducta irresponsable en la paternidad y la carga desigual de responsabilidad económica y familiar se perpetúan? ¿Será necesario que nosotras las madres revisemos la educación que le damos a nuestros hijos varones, para lograr en un futuro hombres menos inmaduros, más responsables, verdaderos compañeros con los cuales compartir decisiones, metas y alegrías? ¿O son estos problemas y patrones, proporcionales a la pobreza y la falta de educación? Creo que cuando nosotras intentemos romper con esquemas tradicionales, que presentan obstáculos a nuestra realización plena personal y profesional, también los hombres serían más felices.

 

En mi experiencia como Directora del Trasnocho he hecho descubrimientos para mi muy interesantes. Aquí en esta institución son mayoría las mujeres emprendedoras al frente de negocios de cultura, gastronomía y servicios, también las gerentes responsables de los cines y los teatros son mujeres. Todas ellas respondieron con éxito y tesón, con compromiso y lealtad, al reto que significa estar en una posición que te responsabiliza del funcionamiento de tareas complejas y te responsabiliza de otras personas, de su bienestar laboral y personal. 

 

A veces me pregunto si sería diferente el mundo si las mujeres tuviésemos el valor de comprometernos más en la política.

 

Aunque veo con respeto y admiración en las redes sociales las fotos de mujeres ucranianas de todas las edades, empuñando fusiles para defender su libertad y su país ante la invasión, me pregunto qué sucedería si fuesen mujeres las que tuviesen más poder político ¿Cesarían las guerras? ¿Aboliríamos los ejércitos, acabaríamos con los uniformes y las armas, que significan un gasto desproporcionado, que mantiene a un sector parasitario, que no produce bienes para nuestro crecimiento y nuestro progreso? No lo sé. Pero muchas veces me hago esa pregunta. 

 

Hemos visto ejemplos sorprendentes recientes como el manejo efectivo de la Pandemia del Covid 19, con menos pérdidas de vidas humanas que deplorar, en lugares tan diversos del planeta, como Taiwan y Nueva Zelandia. Lo que tienen en común ambos países tan disímiles, es que sus presidentes son mujeres. Confieso que no he estudiado el tema, pero me llama la atención y me llena de curiosidad.

 

Hemos vivido en nuestro país, Venezuela, situaciones inéditas para una sociedad del Siglo XXI, como la falta de agua, electricidad, conexión telefónica. ¿Qué estamos haciendo? La sociedad civil se está despertando y tomando en sus propias manos la solución a estos problemas que son del ámbito público, porque su deseo de una vida digna supera los obstáculos y las calamidades. Nuevas alianzas se forjan en una dimensión más pequeña, pero más cercana en sus experiencias, como lo son edificios, calles, cuadras, urbanizaciones, municipios. Eso para mí significa un despertar de la sociedad como tejido social solidario, como ente que asume responsabilidades y con ello crece en su cualidad ciudadana. Los obstáculos nos hacen crecer. Tal vez por los obstáculos las mujeres nos entregamos con tanto fervor a lo que hacemos, cuando nos dan la oportunidad. 

 

Todas tenemos sueños. Hay mucho terreno aún por conquistar y muchos motivos para seguir luchando por el bienestar de todos, hombres y mujeres.