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EL UNIVERSAL / Robert Gómez / Martes 01 de Enero
Cuestión de fortuna
Columna: 35mm
Vuelve a Caracas -y a Venezuela- el cine independiente de Estados Unidos, empaquetado en un festival donde prácticamente nigún título decepciona. Destacan la corrosiva Storytelling de Todd Solondz, la ingenua y fascinante Vida acuática de Wes Anderson, la melancólica y romántica Tiempo de volver de Zatch Braff e incluso, una sorpresa inesperada, Melinda y Melinda de Woody Allen. Se mueve entre ellas una elegante y sobria película que parece rendir homenaje al gran cine de los Estados Unidos de la década del setenta. Un golpe de suerte -The cooler, según su título original-, ópera prima del guionista surafricano Wayne Kramer, es una inusual mirada al cine de gánsters como cntexto, y a los clásicos perdedores del cine americano. Y para ello, Kramer no ha podido escoger mejor a sus actores. Intérpretes de sobrada calidad, pero ninguno con ribetes de estrella. William H. Macy -Magnolia, Fargo-, María Bello -Payback, Alec Baldwin -La caza al Octubre Rojo- y Paul Sorvino -Buenos muchachos de Martin Scoresese- dan vida a cuatro olvidados en un mundo de marquesinas iluminadas. Las suyas propias, sin embargo, apenas si brillan en un tugurio de mala muerte llamado irónicamente Shangri-La, en el corazón de Las Vegas. Un casino otrora elegante, hoy un dinosaurio que se ve apabullado por las nuevas reglas del juego pero cuyo administrador, Selly (Baldwin), se resiste a asumir. Éste prefiere mantener las cosas como en los viejos tiempos, valiéndose de Bernie Lootz (Macy), una nube negra para los jugadores arrolladores, a quienes tiene el poder de neutralizar con sólo acercárseles, tocarles o simplemente mirarles. Bernie es el hombre con la peor de las suertes y, sin embargo, es el amuleto de Shelly, quien como un peligro mayor la determinación de aquél de marcharse de Las Vegas que a los tiburones que intentan controlar su pequeño mundo. Por ello, el melancólico y duro gánster trama toda una estrategia para amarrar aún más a su desafortunado salvavidas; quien curiosamente comienza a ver un poco de luz en su vida, gracias a las deshonestas intenciones de su particular amigo. Guionista y realizador, Kramer consigue desarrollar una historia sólida sobre estos peculiares perdedores, donde el amor juega lo suyo, pero no desde el lado romántico, sino apostando por un claroscuro dramático donde el hunor se deja colar, a medida que cambia la polaridad de su protagonista principal. En Un golpe de suerte, Macy borda una vez más al perdedor de Boggie Nights, Magnolia o Fargo; sin llegar a repetirse en lo absoluto; mientras Baldwin consturye al gángster más interesante de la pantalla desde Buenos muchachos de Scorsese; María Bello se muestra con toda la madurez de sus años, sensual y cálida; y Sorvino ofrece un perfomance magistral, como el agonizante cantante venido a menos.